No hay duda de que en esta era de grandes transformaciones, en la economía digital, la única vía para tener éxito consiste en gestionar el talento con un nuevo estilo de liderazgo: aquel que permita a las organizaciones afrontar retos imposibles a través de líderes capaces de inspirar a las personas a superar los límites. La transformación digital nos va a exigir poner a prueba nuestra capacidad para responder, con inteligencia económica, con empatía y con espíritu de sacrificio, grandes y apasionantes retos.
Hablemos de manipulación
Simon Sinek sostiene con certeza que, actualmente, el liderazgo se sustenta, más o menos, en mecanismos o artilugios de manipulación. Es decir, en viejas recetas que aplicamos desde tiempos inmemoriales con clientes y empleados: precios, promociones, aspiraciones, presión social… Incluso, cuando abanderamos cualquier elemento que tenga que ver con el universo de la novedad, o lo que es lo mismo, una forma poco inteligente para definir la innovación. Como él sostiene, Palos y Zanahorias, son el leitmotiv que conduce, en muchas organizaciones, la dirección de personas y las estrategias con clientes. No todo el monte es orégano, ciertamente, pero si observamos nuestro universo corporativo, creo que va siendo hora de cambiar un poco las cosas si queremos, de verdad, liderar con mayor eficacia los desafíos a los que nos enfrentamos en la nueva economía que ya ha llegado. ¿No es posible? Lo siento, borré esta palabra de mi diccionario hace exactamente un año más un día. Y para que no se me olvide, dejé mi manifiesto por escrito.
Mejor hablemos de inspiración
Las estrategias de transformación que están aplicando algunas organizaciones de éxito a sus modelos de liderazgo, también en sus estilos de management se basan, precisamente, en encontrar un enfoque alternativo: inspirar, en lugar de manipular. Lo cierto es que estas compañías descubren que es una vía muy eficaz para motivar a su gente, de forma que puedan superar metas imposibles o crear experiencias que deslumbran constantemente a sus clientes.
¿Por qué nuestras organizaciones se preparan a conciencia para destruir, de forma programada, la creatividad y la imaginación de sus equipos? Esta es una pregunta que me ha perseguido durante los últimos años de mi carrera profesional. Debo reconocer que, todavía, no he conseguido resolver esta interesante cuestión, aunque estoy avanzando mucho en este sentido. Aspiro a encontrar las causas objetivas que me permitan establecer un patrón que justifique por qué las organizaciones no son capaces de facilitar entornos creativos, promocionar, premiar y estimular el liderazgo inspirador para las personas; incluso, o de forma específica, cuando estos líderes inspiradores no forman parte de las estructuras directivas o las cúpulas de gobierno. Ser líder en una organización no tiene nada que ver con la posición en el organigrama. De hecho, la mayoría de los líderes que inspiran no lo son o no lo han sido nunca. Muchos de los directivos que ocupan la cúspide de las estructuras organizativas tienen poder, mandan, ciertamente mandan mucho, pero liderar o inspirar, creo que hay muy pocos que lo hacen con ingenio. Lo malo es que no solo lo afirmo yo. Salvando las distancias, así lo confirman las recientes investigaciones de grandes personajes del management directivo como Gary Hamel, Peter Senge, Edward de Bono, Simon Sinek y un sinfín de genios más.
La uniformidad o la belleza de la diversidad en armonía
En mi búsqueda del santo grial para asumir un estilo de liderazgo más inspirador, mis observaciones de los últimos años me revelan alguna evidencia interesante. La uniformidad es un leitmotiv de los actuales estilos de dirección. Y así, se establece en las organizaciones un modelo de comportamiento que actúa como un antídoto eficaz frente a los cambios, las innovaciones y cualquier cosa que tenga por objetivo la transformación organizacional. ¿Te imaginas una orquesta sinfónica que solo estuviera formada por violines? Seguro que no. Una cosa es la armonía en la diversidad y otra, muy distinta, es la uniformidad. Y si no estás de acuerdo, observa, mira la naturaleza que te rodea. ¡Nada es u ni for me!
Me encantan las definiciones que la R.A.E. nos proporciona sobre el verbo «inspirar»; qué maravilla es nuestra lengua, la española. Sin la «inspiración» no podríamos respirar, seríamos incapaces de vivir como seres sensibles. Nos resultaría imposible crear emociones estéticas. Y no tendríamos capacidad alguna para comunicar ni evocar recuerdos o experiencias. Entonces, ¿cómo es posible que podamos dirigir nuestras organizaciones sin esta competencia, sin este oxígeno de creación de vida, de riqueza: la capacidad de inspirar a los demás? La inspiración, además, crea armonía. Y siguiendo la belleza de nuestro diccionario de la lengua española, la «armonía», tal y como afirma la primera acepción, es la «unión y combinación de sonidos simultáneos y diferentes, pero acordes». ¡Qué genialidad para el management!
Gestionar talento exige liderar inspirando la creatividad, la diversidad de la imaginación de los equipos, de las personas, algo que sucede cuando colaboran inspiradas por sus líderes en perfecta armonía. Como en el universo creado: el liderazgo en la transformación digital consiste, precisamente, en no condicionarla para uniformarla, sino en disfrutar de la armonía de la música que cohabita en la diversidad de nuestros instrumentos: las personas. La quinta acepción del término «inspirar» es muy reveladora sobre lo que debemos cambiar en nuestros modelos de liderazgo: «Dicho de Dios: Iluminar el entendimiento de alguien y mover su voluntad». Eso solo se hace inspirando, no manipulando.
Simon Sinek lo define muy bien: «El 100% de los empleados son personas. El 100% de los clientes son personas. Si no entiendes a las personas, no entiendes el negocio». Puedes manipular, pero es mucho más inteligente inspirar. ¿Cuál es tu elección? Si decides aprender a inspirar, entonces, ya somos dos. ¡Vamos! ¡Corre la voz!
P.D. Debo reconocer que le debo este artículo a un directivo de la banca española, pues algunas de sus preocupaciones me inspiraron la idea para escribirlo. Gracias JMF.