La verdad es que tengo que reconocer que ayer me quedé realmente perplejo al leer, gracias a un artículo publicado por Javier Sánchez en el El País Digital, un estudio elaborado por el IMD World Competitiveness Center (IMD WCC) respecto de la situación de la gestión del talento en España, comparado con las 60 economías más influyentes del mundo, y que tuve la oportunidad de compartir con algunos grupos en los que estoy suscrito en Linkedin: IMD World Talent Report 2014.
Sin duda, por las investigaciones que estuve realizando este verano para completar algunos datos que he incorporado a mi trabajo —un libro que espero publicar en unos días— sobre esta y otras cuestiones relacionadas con las estrategias de transformación en el contexto empresarial, había tomado una mayor conciencia de que en España tenemos, con algunas excepciones, una auténtica crisis de los recursos humanos, que tal vez se encuentren demasiado ocupados atendiendo a tareas administrativas, dejando para mejores tiempos su labor más trascendental: atraer, estimular y retener el talento, según reflejaban las encuestas que tuve ocasión de analizar con bastante profundidad.
Lo que no me podía imaginar, a la luz de este estudio publicado recientemente, y que he tenido ocasión de leer con atención hoy mismo, que ocupáramos el puesto 45 entre las 60 economías más avanzadas del mundo. ¡El número 45! Por detrás de Portugal, de Polonia, de Estonia, de Lituania, de Latvia, de Rumanía, de República Checa, de Turquía…; incluso de Grecia, una nación sumida en una más que potencial salida de la zona Euro.
Es fácil caer en la tentación de cuestionar que las encuestas—también este estudio— están mal hechas. El pasado junio de 2014, otro análisis de la consultora Gallup, reflejaba datos muy preocupantes sobre la situación de la gestión del talento en el contexto empresarial en España, en el que se afirma que «el 60% de los trabajadores tienen el talento dormido, no están comprometidos con su empleo y no desarrollan sus capacidades para dar lo mejor de sí mismos», y el «50% no pone el suficiente entusiasmo», considerando, por tanto, que «solo existe un 30% de trabajadores que están realmente comprometidos con su labor». Y aclara el término: «el talento dormido son todas aquellas capacidades de los trabajadores que no son suficientemente explotadas en su entorno laboral aunque existan potencialmente, y constituyen un valor fundamental para las empresas». Y afirma rotundamente:«La actual crisis económica ha provocado que la búsqueda y desarrollo de ese talento quede relegada a un segundo (e incluso tercer) plano para los equipos de recursos humanos, lo que dificulta la mejora económica de las empresas que, en gran medida, ya no disponen de ese talento». No lo digo yo, lo decía la consultora Gallup hace unos pocos meses.
Había dejado este dato escrito en el libro: Mi visión de lo posible: el triángulo de la transformación. Pero he de reconocer que, esta nueva aportación del IMD WCC, con datos bien masticados, y tan reciente, refleja una situación mucho más preocupante que la encuesta citada con anterioridad, y que nos coloca en una preocupante posición, sobre la que nuestros políticos y empresarios, pero también todos los profesionales, todos nosotros, tendríamos que reflexionar seriamente si queremos ser competitivos en los próximos años, crear riqueza para nuestra sociedad, y hacer que nuestro país se coloque en el lugar que le corresponde; además, en un contexto de recuperación, una decisión más que vital para el desarrollo de nuestra economía sumida en una seria y más que dolorosa crisis.
Por ejemplo: no es de extrañar que con los ratios sobre las fugas de talento, al que se une la pérdida de profesionales con mucha experiencia, muy valiosos, como consecuencia de prejubilaciones o EREs forzosos, nuestra economía —y el ranking lo refleja claramente— se resienta y nos coloque en una pobre, lamentable y vergonzosa posición. ¡Hemos abandonado a la deriva la experiencia, el conocimiento experto! ¿Cómo es posible? Mar Morencos, una de nuestras colegas en Linkedin, publicó ayer una frase curiosa, muy reveladora al respecto de esta cuestión: «Si crees que un experto es caro, espera a ver lo que te cuesta un amateur», a lo que yo le respondí: ¡Fantástico! El talento, se alimenta con el talento de otros, si desaparecen, ¿quién forma a los amateurs? «¡Ya aprenderán: los formaremos después!», como he tenido ocasión de escuchar en muchas ocasiones, no es un consuelo para nadie, y este estudio, que recomiendo leer a todos en profundidad, refleja un más que preocupante e iluso consuelo: los datos sobre la prioridad que las empresas dan a la formación es tremendamente demoledor: en España, somos los penúltimos, en una dolorosa posición 59 de 60.
Se trata de hacer las reformas y los necesarios procesos de reestructuración con inteligencia económica. El mix multigeneracional favorece el desarrollo y la retención del talento, y estimula el crecimiento de los jóvenes profesionales porque el efecto conjunto es mayor que la suma. ¿O no?
Lo interesante de este nuevo análisis apunta las causas. Veamos algunos datos.
El estudio entrelaza tres cuestiones fundamentales para el desarrollo económico de un país, de una industria, de cada empresa, en lo que respecta a la gestión del talento:
- La inversión y el desarrollo del talento local, donde ocupamos la posición número 40 del ranking;
- Las acciones que se ponen en marcha, por los estados y por las empresas, para retener el talento, donde nos coloca en la posición número 43;
- La disposición del sistema, educativo y empresarial, para generar y conectar sus necesidades con el pool de perfiles con talento, donde nos vamos a la posición 49 del ranking.
Este último dato, sinceramente, es el que más me duele, porque es el verdadero freno al desarrollo de las economías nacionales. ¡En todos estamos en la cola del pelotón! Y un gap en estos parámetros, de una o dos generaciones, nos deja fuera, completamente fuera. Si miramos atrás con la perspectiva del tiempo, a pesar de las constantes reformas, educativas y laborales, estos datos muestran que algo no estamos haciendo muy bien.
La consecuencia de que estemos sumidos en la actual crisis, además de los errores cometidos, ¿está también alimentada por estos factores? ¿Pensáis que aquí acaban las malas noticias? Algunas cifras dicen que no, que la situación es mucho peor.
- Desplegar estrategias que faciliten un entorno, un ecosistema para el aprendizaje de las personas: ocupamos la posición 54 del ranking.
- Prioridad que las empresas dan al entrenamiento y la formación de los equipos: en el 59, justo antes de Bulgaria (60) y después de Grecia (58).
- Prioridad que las empresas dan a la atracción y a la retención del talento: posición 53. En este caso nos gana Grecia (54), pero perdemos con nuestro vecino Portugal (52).
- Índice de motivación de los trabajadores: posición 47 del ranking.
- Índice de crecimiento de la fuerza laboral: una triste y preocupante posición, el 56, y con crecimiento negativo.
- Experiencia internacional de los directivos senior: posición número 53.
- Nivel de competencia de los directivos senior: posición número 41.
- Y en el caso del dominio de otras lenguas, nos vamos a la 56.
Pero, ¿sabéis una cosa? Lejos de ser un jarro de agua fría, lejos de sumirme en un pesimismo a la deriva, la lectura detallada de este estudio me ha inoculado la energía necesaria para que hagamos algo al respecto.
Me niego a reconocer que los españoles no somos gente innovadora, creativa, imaginativa, capaces de diseñar cosas increíbles, apasionados, comprometidos, con mucho talento. El triángulo de la transformación que describo en mis reflexiones se basan, precisamente, en estos atributos. Y con ellos se transforma la economía de un país, se inocula el cambio organizativo, porque son precisamente estas fuerzas las que están utilizando aquellos que están en las primeras posiciones. Y sentarse a esperar a que otros nos enseñen un camino mejor no me consuela en lo más mínimo. No me gusta nada esta foto, una imagen que coloca a España en el tercer mundo en la gestión de talento. ¿Qué podemos que hacer?
Permitidme que aproveche la ocasión y os anticipe un párrafo —que sinceramente creo que está de rabiosa actualidad— que he dejado en el primer capítulo de mi trabajo: «Estoy convencido de que el cambio es posible, pero como dice Gary Hamel, no se produce sin contar con activistas, después de todo, muchos sistemas sociales se han cambiado gracias a ellos, a los activistas, no a la élite. Y sin embargo, no he visto todavía —y desde que se publicó este libro en el año 2000 (se trata de su best seller Leading a revolution) han pasado muchos años— ningún programa de formación empresarial que enseñe a ser un activista (del cambio). Hay que aprender a organizar un movimiento».
Y hay que actuar, hay que hacer algo rápidamente, no me pienso quedar con los brazos cruzados.
¡Vamos! ¡Corre la voz!
Referencias:
Artículo de Javier Sánchez:
http://economia.elpais.com/economia/2014/12/11/actualidad/1418290309_655869.html
Estudio IMD World Talent Report 2014:
http://www.imd.org/uupload/imd.website/wcc/NewTalentReport/IMD_World_Talent_Report_2014bis.pdf